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Neuropsicología para Principiantes (por un Principiante)

  • Foto del escritor: J. Fernando Calderón
    J. Fernando Calderón
  • 17 jun 2019
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 7 may 2020

“Los hombres deberían saber que del cerebro y sólo del cerebro provienen nuestros placeres, nuestras alegrías, la risa y las burlas así como nuestras preocupaciones, dolores y lágrimas. Por el cerebro en particular pensamos, vemos oímos y distinguimos lo feo de lo bello, lo malo de lo bueno, lo agradable de lo desagradable…” (Hipócrates 460-377 A.C.)


Desde hace aproximadamente unos 10.000 años se tienen registros de que el ser humano ha indagado en el cerebro el posible origen de la conducta. Tanto en Europa como en América se han encontrado fósiles de cráneos que fueron perforados mediante algún instrumento quirúrgico primitivo, posiblemente con fines terapéuticos para aliviar dolores de cabeza o problemas epilépticos; en algunas culturas se creía que el enfermo era víctima de alguna posesión demoníaca y este ser sobrenatural se introducía al interior del cráneo, por lo cual se lo extirpaba por medio de una práctica denominada "trepanación".

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En Bolivia se tienen registros fósiles de culturas preincaicas como la Tiwanakota en la cual se ejercía una presión craneal en bebés con la finalidad de deformar los cráneos y así tener como resultado el control de la conducta de estos niños cuando fuesen adultos.


Juan Manuel Balcazar en su libro sobre "La Historia de la Medicina en Bolivia", nos refiere que según Pachacutec: "El inca Manco Kapac ordenó que se amarre la cabeza de los indios recién nacidos para que crezcan con deficiencia mental, ya que los indios con cabeza grande y redonda eran muy emprendedores y en especial muy desobedientes" Le interesaba entonces que la gente tenga cabeza larga y quebrada de frente para que sean sumisos y obedientes (Alvarado, 2003).


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Papiro de Edwin Smith. Data de la dinastía XVIII de Egipto, contiene descripciones de las primeras suturas craneales, de la meninge, la superficie externa del cerebro, del líquido cerebro espinal y de las pulsaciones intracraneanas (Wilkins, 1964).


Con el transcurrir del tiempo, distintas culturas en diferentes momentos de la historia, como Egipcios, Griegos y otros, fueron indagando desde la filosofía y la medicina, los secretos que albergaba el cerebro y su relación con la conducta. Pasando por la edad media, el renacimiento, hasta llegar al siglo XVIII, es en donde el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall propone que ciertas áreas del cerebro albergan funciones específicamente localizadas, a esto se le denominó Frenología. A pesar de que actualmente es considerado una pseudociencia, el aporte de Gall fue sustancial para considerar al cerebro como el órgano de la mente.

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No fue hasta 1861 que el médico anatomista Paul Broca, al estudiar pacientes con dificultades y pérdida del lenguaje (afasia), presenta ante la Sociedad Antropológica de Paris el caso del paciente "Tan-Tan", demostrando que pudo observar una malformación en el lóbulo frontal izquierdo del paciente, lo cual sería la causa para la pérdida del lenguaje articulado. Más adelante en 1874, el neurólogo alemán Karl Wernicke, logra identificar el área del cerebro situada en el lóbulo temporal del hemisferio dominante, que al presentar una anomalía, sería la causante de la pérdida de comprensión del lenguaje. Estos antecedentes fueron marcando una línea en el estudio del cerebro y su relación con la conducta, dando inicio a la Neuropsicología en un primer período.


¿Qué es la Neuropsicología?


La Neuropsicología es una disciplina que surgió en la segunda mitad del siglo XIX en el ámbito de la clínica neurológica. En este contexto, era comprensible que el trabajo clínico se orientara a tratar de establecer una correlación de la sintomatología con la zona cerebral dañada que presentaban los pacientes. De manera natural, y a partir de este objetivo, la neuropsicología se definió como una disciplina que estudia a las funciones psicológicas en relación con las estructuras nerviosas. No obstante, los avances en diferentes disciplinas y la evidencia clínica, durante el siglo XX (y aun en el presente siglo), la neuropsicología continuó (y continúa), bajo el esquema tradicional del siglo XIX. La inclusión de la psicología cognitiva a la neuropsicología durante la segunda mitad del siglo pasado, quedó como “anillo al dedo” para consolidar el “matrimonio” entre las concepciones de los centros cerebrales y las funciones psicológicas aisladas (Ocampo-Barba y Quintanar, 2017).

La neuropsicología –como área básica de conocimiento, y como área clínica aplicada– es un área de convergencia entre el nivel de análisis neurológico y el nivel de análisis psicológico. Se encuentra entonces situada entre la neurología y las ciencias biológicas, por una parte, y la psicología y las ciencias comportamentales, por la otra. Es entonces natural que sus procedimientos de evaluación recurran tanto a estrategias clínicas propias de la neurología, como a procedimientos psicométricos heredados de la psicología (Ardila y Ostrosky, 2012).

En ocasiones se ha propuesto una distinción entre neurología comportamental y neuropsicología clínica (Ardila, Lopera, Pineda & Rosselli, 1995; Pineda, Ardila & Rosselli, 2010). En la neurología comportamental, el proceso diagnóstico se describe como la búsqueda de signos y síntomas patológicos indicativos de disfunción cerebral. Por el contrario, en neuropsicología clínica, y partiendo de la medición psicológica, el diagnóstico se logra recurriendo a la aplicación de procedimientos psicométricos estandarizados, compuestos por ítems suficientemente bien analizados, y con una confiabilidad y validez aceptables (Ardila y Ostrosky, 2012).

La neuropsicología actualmente está centrada en la obtención de evidencias sobre cómo son los procesos cognitivos a través de la evaluación clínica y experimental, y a través de aquellas técnicas que proporcionan evidencias acerca de las zonas que se activan en el cerebro cuando el sujeto está realizando una tarea que provoca una determinada actividad cognitiva (Portellano y García, 2014).

El Neuropsicólogo

El Neuropsicólogo ha ganado un papel en el ejercicio clínico tanto para la evaluación y el diagnóstico como para la rehabilitación en este rubro. Los paradigmas de la neuropsicología clínica y de la investigación posibilitan el campo asistencial y perfilan la generación, creación e innovación de programas de rehabilitación que ayudan a la recomposición de funciones cognitivas alteradas por distintas patologías.

Las estrategias y actividades que se realizan en un programa de rehabilitación representan un trabajo arduo e implican un amplio conocimiento de teorías que precisen la estructura neurofuncional que las sustenta, que integren el desarrollo humano, así como las funciones psicológicas en su formación y consolidación. La pericia en diversas técnicas para evaluar y detectar estas afecciones plantea la comprensión de problemáticas propias de la ontogenia o adquiridas, por lo cual el profesional debe estar dotado de un robusto dominio acerca de las características sindrómicas de diversos cuadros clínicos, pero sobre todo debe poseer un compromiso con el bienestar humano (Pérez, Escotto, Arango-Lasprilla y Quintanar, 2014).

Campos de Aplicación

La neuropsicología está irrumpiendo cada vez con más fuerza en el campo asistencial, siendo cada vez más demandada la actividad de los neuropsicólogos en centros de atención al daño cerebral, así como en otros ámbitos como la gerontología, la discapacidad, las enfermedades mentales, la atención a drogodependientes o el ámbito pediátrico y escolar. La creciente inclusión de asignaturas y programas de Neuropsicología en distintos planes de estudio en nuestras universidades está facilitando su divulgación, atendiendo así a las crecientes demandas sociales (Portellano & García, 2014).

Evaluación

La evaluación neuropsicológica es un método para examinar el funcionamiento cerebral superior a través del estudio de la conducta. Para ello, se pueden utilizar toda una serie de técnicas, modelos teóricos y procedimientos psicológicos (tests, baterías, entrevistas, cuestionarios, etc.). Actualmente se dispone de toda una serie de herramientas precisas para poder valorar neuropsicológicamente de forma precisa y eficaz. Tras observarse un cambio conductual debido a un daño estructural o funcional, la evaluación neuropsicológica es capaz de determinar el grado de variación debido a ese daño (Portellano & García, 2014).


De forma general, la valoración de las personas con una disfunción cognitiva incluye, al menos, el estudio del rendimiento intelectual general, la atención, la velocidad de procesamiento de la información, la capacidad de aprendizaje y memoria, las habilidades perceptivas y motoras, el lenguaje y la comunicación, el razonamiento, la capacidad de solución de problemas y otras funciones asociadas a los lóbulos frontales (Tirapu, 2007).

Rehabilitación

El término rehabilitación en sentido literal significa volver a habilitar o restituir a alguien o algo a su antiguo estado. En el ámbito de la salud, la rehabilitación se refiere al conjunto de actuaciones que se dirigen a la atención de las secuelas de cualquier enfermedad que produce discapacidad, con el objetivo de recuperar las funciones físicas, sociales y laborales perdidas. De un modo más específico, la rehabilitación neuropsicológica es el proceso de atención que tiene como objetivo restituir las funciones cognitivas afectadas en personas que han sufrido lesiones en el sistema nervioso.

La rehabilitación neuropsicológica con frecuencia también recibe la denominación de rehabilitación cognitiva, ya que se centra preferentemente en el tratamiento de las alteraciones que afectan a cualquier dominio cognitivo: funciones ejecutivas, atención, memoria, lenguaje o procesos perceptivomotores. El ámbito de aplicación de la rehabilitación neuropsicológica incluye a las personas que han sufrido daño cerebral sobrevenido por traumatismo craneoencefálico, enfermedad cerebral vascular, tumor, infección o hipoxia. También se aplica a los sujetos que presentan alteraciones cognitivas no directamente imputables a lesiones explícitas del cerebro, como: deterioro cognitivo leve, demencia, enfermedades psiquiátricas o retraso mental (Portellano & García, 2014).

En el ámbito de la rehabilitación neuropsicológica, demostrar la eficacia de las intervenciones es más complejo que en otras áreas, en la medida que los programas han de concentrarse más en la discapacidad y en la minusvalía ocasionada por el daño o disfunción que en la propia restitución de los déficits. Existe una fuerte controversia sobre el tipo de medida más adecuado para valorar el resultado de un programa de rehabilitación, pues es evidente que no existe un indicador único y objetivo de éxito y que resulta necesario incluir medidas objetivas (por ej. Integración laboral, capacidad para vivir de forma independiente…) con otros de naturaleza más subjetiva (calidad de vida, grado de satisfacción de los usuarios y familiares). En lo que sí existe acuerdo es en señalar que la diferencia pre/post en las pruebas de evaluación neuropsicológica no constituyen un criterio suficiente que garantice la efectividad de nuestra intervención. Es evidente que la mejoría de las puntuaciones en las pruebas neuropsicológicas (por ejemplo, Trail Making Test, escala de aprendizaje verbal de California) no constituyen en ningún caso un objetivo de la intervención. Por el contrario, en otros casos, son fácilmente detectables los progresos en la situación clínica del paciente, aunque las diferencias en los resultados de las pruebas neuropsicológicas no alcancen el nivel de significación estadística (Tirapu, 2007).

Los objetivos de la neuropsicología han cambiado notablemente en los últimos años, pues si en un principio la finalidad prioritaria era localizar la posible lesión del paciente a través de los síntomas que presentase, hoy en día lo más importante es entender las causas que originan los trastornos con objeto de elaborar programas de rehabilitación eficaces (Peña-Casanova, 2007).

Además, cabe resaltar que, todas las personas sanas pueden beneficiarse de la rehabilitación cognitiva y especialmente quienes presentan ligeras dificultades cognitivas que afectan a lenguaje, atención, percepción, memoria y razonamiento, ya que gracias a los mecanismos de neuroplasticidad es posible modificar la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso a través de su estimulación (Portellano, 2005).


Conclusión


La Neuropsicología es una disciplina que forma parte del vasto abanico de las Neurociencias, se compone de bases neurológicas y psicológicas con el propósito de estudiar la relación entre el cerebro, la conducta y las funciones superiores, y su interacción con el entorno, tanto en pacientes con daño cerebral o personas sin afectación neurológica.


Su historia tiene antecedentes milenarios a la par con la Neurología, en la actualidad utiliza diversas técnicas de exploración para sustentar sus avances, desde pruebas psicométricas hasta imágenes cerebrales (neuroimágenes).


La labor del Neuropsicólogo se enmarca en la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de problemas cognitivos que influyen en el comportamiento y las emociones, como resultado del funcionamiento cerebral.


REFERENCIAS:


  • Alvarado, R. (2003). Trepanaciones y Deformaciones Craneales en Tiwanaku. Sociedad Boliviana de Cirugía. Recuperado de: https://www2.bago.com.bo/socbolcir/publicacion/vol2_n2/trepanacion.html

  • Ardila, A. y Ostrosky-Solis, F. (2012). Guía para el Diagnóstico Neuropsicológico. Miami, FL; Florida International University.

  • Kandel, E., Schwartz, J., y Jessell, T. (1991). Principles of Neural Science. New York: Appleton & Lange.

  • Ocampo-Barba, N. y Quintanar Rojas, L. 2017. Azcoaga: Neuropsicología desde y hacia Latinoamérica. Santa Cruz: INCC.

  • Pérez, M., Escotto, E., Arango-Lasprilla, J. y Quintanar, L. (2014). Rehabilitación neuropsicológica. Estrategias en trastornos de la infancia y del adulto. México D.F.: El Manual Moderno.

  • Peña-Casanova, J. (2007). Neurología de la conducta y neuropsicología. España: Panamericana.

  • Portellano, J. (2005). Introducción a la Neuropsicología. Madrid: McGraw Hill.

  • Portellano, J. y García, J. (2014). Neuropsicología de la atención, las funciones ejecutivas y la memoria. Madrid: Síntesis.

  • Tirapu, J. (2007). La evaluación neuropsicológica. Psychosocial Intervention,16(2), 189-211.

  • Villa, M. Definición y Breve Historia de la Neuropsicología. UNAM. Recuperado de: https://www.academia.edu/33955162/DEFINICI%C3%93N_Y_BREVE_HISTORIA_DE_LA_NEUROPSICOLOG%C3%8DA

  • Wilkins, R. (1964). Neurosurgical Classic-XVII Edwin Smith Surgical Papyrus. Journal of Neurosurgery. 240-244.

 
 
 

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